Las infecciones parasitarias en el ser humano representan un desafío significativo para la salud pública. Estas infecciones causan aproximadamente el 10% de los casos de diarrea y pueden variar desde cuadros asintomáticos hasta condiciones graves que, aunque raras, pueden resultar fatales. La incidencia de estas infecciones está estrechamente vinculada al saneamiento ambiental y a las condiciones socioeconómicas. A medida que estos factores empeoran, la prevalencia de las infecciones parasitarias aumenta considerablemente.
Clasificación de Parásitos Intestinales
En nuestro organismo, los parásitos intestinales se dividen en dos grandes grupos:
- Protozoos:
- Sarcodina: Incluye todas las amebas.
- Ciliophora: Protozoos ciliados.
- Sporozoa: Coccidios.
- Mastigophora: Protozoos flagelados.
- Helmintos:
- Trematodos: Duela.
- Cestodos: Lombrices planas.
- Nematodos: Gusanos redondos.
Ambos grupos se reproducen mediante huevos. El diagnóstico se basa en la visualización de larvas y huevos. Dos organismos, Blastocystis hominis y Microsporidium, aún generan dudas en su clasificación.
Áscaris Lumbricoides
Áscaris lumbricoides se transmite principalmente por la ingesta de alimentos o agua contaminados. El ciclo vital de este parásito comienza con la ingesta del huevo, que atraviesa la pared duodenal y llega al sistema circulatorio derecho, hasta alcanzar los pulmones. Allí, las larvas maduran en los alvéolos, ascienden hasta la glotis y pasan al tubo digestivo o son expulsadas al toser.
Los adultos de Áscaris suelen encontrarse en el intestino delgado, especialmente en el yeyuno e íleon. Los síntomas incluyen dolor abdominal tipo cólico en la región epigástrica, náuseas matutinas, vómitos y, en algunos casos, diarrea. En la infancia, esta infección se asocia frecuentemente con retraso en el desarrollo y desnutrición.
La clínica respiratoria varía según el grado de hipersensibilidad. La eosinofilia es común. El síndrome de Löffler, causado por la migración de larvas al pulmón, se manifiesta con tos, fiebre, eosinofilia e infiltrados pulmonares, que son difusos, migratorios y transitorios. El diagnóstico se realiza mediante un examen seriado de heces o la visualización de los ácaros expulsados por las heces o la boca. El tratamiento recomendado incluye albendazol o mebendazol, cuya dosis debe ser indicada por un médico.
Entamoeba Histolytica
Entamoeba histolytica se transmite a través de la ingesta de agua o alimentos contaminados y prácticas sexuales oro-anales. Tras la ingesta del quiste, se liberan trofozoitos que invaden el intestino grueso, se multiplican y producen necrosis local en la pared intestinal. Algunos trofozoitos pueden diseminarse a localizaciones extraintestinales.
La clínica de Entamoeba histolytica incluye:
- Eliminación asintomática de quistes.
- Diarrea aguda acuosa: infección amibiana moderada con evacuaciones blandas o líquidas y pérdida de agua y electrolitos.
- Colitis no disentérica: episodios recurrentes de diarrea con moco, dolor abdominal y flatulencia.
- Disentería amibiana: inicia gradualmente con dolor abdominal cólico, evacuaciones frecuentes con moco, sangre y tenesmo, durante 1 a 2 semanas.
- Colitis amibiana necrotizante fulminante: más frecuente en lactantes y niños pequeños en países tropicales, recién nacidos malnutridos y pacientes con SIDA, puede causar gangrena intestinal, peritonitis, obstrucción intestinal, perforación y hemorragias.
- Amibiasis extraintestinal: diseminación a diversos órganos internos, como:
- Absceso hepático amebiano: fiebre, dolor, distensión abdominal y hepatomegalia dolorosa.
- Amibiasis pulmonar: primaria o secundaria a la rotura de un absceso hepático.
- Amibiasis cerebral: raros, únicos y de pequeño tamaño.
- Amibiasis cutáneas.
- Otros: úlceras ano-rectales, abscesos amebianos esplénicos y síndrome hemolítico-urémico.
El tratamiento se basa en medidas farmacológicas como metronidazol, cuya dosis y duración dependen de la clínica predominante en el paciente. Otras alternativas incluyen tinidazol, secnidazol y nitazoxanida. Las medidas higiénico-dietéticas son cruciales para la prevención y control de parasitosis intestinales.