“Mi experiencia comencé a vivirla a los 3 años de nacer mis hijos gemelos y
observé el comportamiento de los niños, con rabias incontrolables y escaso
lenguaje, lo que despertó la alerta y acudimos al neurólogo, aferrada a la fe e
intuición de madre”, como lo relata Wilmar Yépez.
A los gemelos José Alejandro y Wilfredo Manuel, que ya tienen 9 años, los trató un
equipo multidisciplinario porque desde la primera consulta había la sospecha que
padecían del Trastorno del Espectro Autista (TEA), le practicaron los exámenes
correspondientes y les diagnosticaron Autismo Moderado.
En el programa en Onda con Mayerling Moya, comentó Yépez que la intuición
ayuda a escoger al médico, terapeuta y las personas que encajen de verdad al
descubrir esta condición e impulsar la evolución del niño, porque es muy
importante la conexión entre el paciente y el médico.
A los padres- -agrega-nos toca vivir “el duelo”, primero es el impacto de la noticia,
luego la angustia porque el hijo no es normal, los costos del tratamiento que
ocasionan un desajuste económico familiar, por lo que hay que buscar los
especialistas adecuados para la atención médica del niño.
“Realmente yo manejaba un concepto totalmente equivocado, aunque es un
trastorno que perdura toda la vida puede ser evolutivo y funcional dependiendo de
la educación que le demos al niño, así como la ayuda y las herramientas que se
les proporcione en el cambio de vida. Hay que aprender a escribir una nueva
historia, no buscar culpables sino conformar un equipo de trabajo familiar y según
la fe que se mantenga se tienen que ver como una oportunidad de crecer”, afirma
la madre de los gemelos.
Pero “mis hijos autistas me han enseñado a valorar la vida, a admirar las
cualidades que tiene cada persona, ver lo que la persona puede hacer, no
quejarme porque la vida es una sola y tenemos que ser parte de la solución de los
problemas porque estos van a existir a diario Siempre le digo a las maestras, que
los autistas con niños amorosos, les gusta sentirse participes de la enseñanza y
demostrar sus inmensas habilidades”, concluye
Elizabeth Houllier
