La enfermedad llama a todas las puertas en un momento u otro, pero no siempre encuentra la misma respuesta. Algunas personas, por ejemplo, han pasado la covid-19 de forma asintomática, y otras acaban en el hospital. La edad acostumbra a ser un factor de riesgo, pero no siempre es determinante: hubo ancianos en residencias que pasaron la infección sin inmutarse y jóvenes que acabaron en cuidados intensivos.
De acuerdo con el infectólogo Sunil Ahuja, entre las mujeres y los hombres hay diferencias sustanciales de susceptibilidad, para covid y otras dolencias: ellas viven más y su sistema inmune, que es el ejército de defensa del organismo, acostumbra a ser más eficaz para luchar contra enemigos externos.
En toda esta diversidad en la respuesta a enfermedades influyen factores genéticos y ambientales —como la exposición a infecciones o vacunas—, pero Ahuja y su equipo han puesto sobre la mesa el papel de otra variable: en un estudio publicado en Nature Communications, los investigadores sugieren que la resiliencia inmunológica, que es la capacidad del organismo para restaurar sus funciones inmunes y controlar la inflamación, puede influir en la respuesta a infecciones u otras dolencias.
Para Ahuja, la de la covid era su segunda pandemia. La primera fue la del VIH en los años ochenta y, pese a la distancia, en ambas se repetían patrones de respuesta muy variables a las infecciones. “Sabemos que hay personas expuestas al VIH que no se infectan: antes de que estuviera disponible la terapia antirretroviral, solo entre el 10% y el 30% de los niños que nacían de madres con VIH se infectaban; entre el 70% y el 90% de los niños se resistían al VIH a pesar de la exposición documentada. Hay una susceptibilidad variable a esa infección. Y con la covid es lo mismo. Y con la gripe y otros virus. También hay personas que viven vidas más largas y otros más cortas y tienen exactamente el mismo entorno”, relató Ahuja.
“La resiliencia inmunológica es la capacidad de preservar la competencia inmunológica, que es tener una buena salud inmune, y controlar la inflamación. Son dos cosas diferentes, generalmente inversas entre sí: si tienes una inflamación alta, la competencia inmunológica es baja; y si tienes la inflamación controlada, tienes una inmunocompetencia elevada”, detalló.
Una resiliencia inmunológica óptima es aquella que logra equilibrar estas variables. Ahuja pone el ejemplo de un bofetón: “Si me das una bofetada ahora mismo, me inflamaré y tendré una reducción transitoria de mi capacidad inmunológica. Cuando las personas sufren un ataque o una agresión, tienen que tener inflamación; sin inflamación, las personas mueren, pero hay que tener la cantidad correcta, en el lugar y en el momento correcto. Si tienes demasiado o muy poco, es malo”.
En el estudio publicado en Nature Communications, Ahuja y su equipo recopilaron investigaciones en humanos y modelos animales ante diversas dolencias, como VIH o covid, y examinaron los datos de cerca de 49.000 personas para analizar su resiliencia inmunológica y cómo se relaciona con la respuesta a estos ataques al organismo. Para ello, midieron dos variables asociadas con la fortaleza del sistema inmune y estratificaron varios grados de resiliencia: por un lado, calcularon el recuento de linfocitos CD4 y CD8, que son células inmunitarias encargadas de la defensa del organismo, y, por otra parte, estudiaron firmas genéticas que se asocian con la longevidad y con la mortalidad vinculada a la inflamación.
“Lo que descubrimos es que los grados de resiliencia inmunológica son grandes predictores de tener un mejor o peor resultado en salud, en términos de mortalidad y hospitalización, después de controlarlo por edad”, precisó Ahuja.
Ahuja admite que la resiliencia inmunológica es un “rasgo innato, pero puede estar influenciado”. Y se explica: “Nuestros antepasados morían a los 50 años y esto se debía a una alta carga de infecciones, pero incluso entonces había personas que vivían más tiempo. Por lo tanto, un problema obvio para la resiliencia inmunológica es la carga ambiental de la carga infecciosa: eso disminuirá tu capacidad de recuperación. Pero habrá personas que, a pesar de ello, tengan una capacidad innata para mantenerla”.
En el estudio, los autores explican que, como era esperable, la resiliencia inmunológica cae con la edad, pero no siempre. “¿Por qué mueren los jóvenes a causa de la covid? Es posible que una persona joven, cuando se expone a una influencia ambiental, sea más susceptible a degradar la salud inmunológica y la resiliencia inmunológica. Y si es más susceptible, podría correr un riesgo mayor de morir”, conviene Ahuja.
Hay firmas genéticas directamente asociadas al envejecimiento y otras que no. El médico ejemplifica que hay un porcentaje de personas muy ancianas con un buen nivel de resiliencia inmunológica y que, de facto, aunque su riesgo de hospitalización por una dolencia es elevado, es más bajo que el de otra persona joven con un nivel de resiliencia inmunológica mucho peor.
Las mujeres, más resilientes
Los investigadores constataron también que se observa más resiliencia inmunológica en las mujeres a todas las edades, jóvenes y mayores, en edad fértil o posmenopáusicas. Ellas tienen más inmunocompencia, que es la capacidad para restablecer las funciones inmunes que promueven la longevidad y la resistencia a enfermedades. “
Dada la importancia de la inmunocompetencia para la salud materna y fetal, es concebible que el rasgo inmunológico asociado con la resistencia tanto a las infecciones como a la muerte prematura, haya evolucionado de manera más prominente en las mujeres. Este sesgo de sexo podría proporcionar una base para la observación de que las mujeres exhiben ventajas en cuanto a inmunocompetencia y longevidad”. Ahuja abunda: “Tengo la sensación de que esta era una propiedad innata, adecuada y conservada evolutivamente que era útil para la maternidad. De lo contrario, creo que, como especie, habríamos tenido un problema”.
Además, “examinamos datos y vimos que cuando las personas hacen ejercicio de forma continuada, hay una mejora de los marcadores asociados a mortalidad y longevidad. Pero tan pronto se detiene el ejercicio, vuelven al principio. Sospechamos que el ejercicio sostenido, no el transitorio, puede desempeñar un papel”.
“El propósito de toda esta idea de la resiliencia inmunológica no es solo describir las características de la resiliencia inmunológica, sino también crear marcadores o métricas o un sistema de puntuación para que pueda calificarte”, sostuvo Ahuja.
Fuente: El País