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La rehabilitación piedra angular para tratar casos de parálisis facial

Por Dra. María Uzcátegui S.

La parálisis facial es uno de los cuadros clínicos que se presenta con bastante frecuencia en la consulta de Medicina Física y Rehabilitación y aunque muchas veces es de causa benigna, suele producir mucha ansiedad y estrés en el paciente, e incluso desde nuestro punto de vista ser considerada una emergencia, por la afectación social del paciente.

Pero empecemos por definirla… La parálisis facial consiste en la pérdida total o parcial de movimiento muscular voluntario en un lado de la cara, que se produce por un fallo en el nervio facial, que no lleva las órdenes nerviosas a los principales músculos de la cara o por una lesión cerebral.

Existen dos tipos: La parálisis facial central producida por una lesión a nivel cerebral (no a nivel del nervio), donde la parálisis afectará solo a la mitad inferior de la cara (no habrá dificultad para cerrar el ojo ni levantar la ceja) y puede ser consecuencia de un infarto cerebral, un tumor cerebral o una malformación vascular cerebral, entre otras causas.

La parálisis facial periférica es relativamente frecuente y, en general, tiene buen pronóstico con tratamiento conservador. Sin embargo, el resultado final de una parálisis puede ser, en algunos casos, una paresia facial o una parálisis completa, dependiendo de las causas.

Hablemos sobre sus síntomas: suelen ser diversos, puede que antes de la parálisis se presente un cuadro catarral banal y dolor más o menos intenso en la región retroauricular.

La falta de movilidad en un lado de cara produce una asimetría evidente en reposo y al hacer gestos, imposibilidad para sonreír, dificultad para cerrar los párpados, alteraciones en el lagrimeo y, a veces, también en el sentido del gusto. También se presenta dificultad para subir la ceja, frente lisa, alteraciones en la respiración nasal, mordida de la mucosa bucal, acúmulo de los alimentos en la parte posterior de la boca y caída de la saliva.

Dra. María Uzcátegui S. Mèdico Fisiatra

En cuanto a la periférica, existen múltiples causas que pueden provocar una alteración del nervio facial a lo largo de su recorrido, la más frecuente (en el 80%) es la parálisis facial idiopática, también conocida como parálisis facial de Bell. Aunque la causa exacta es desconocida, se piensa que puede deberse a una inflamación del nervio producida por virus de la familia herpes simple.

Otras causas menos frecuentes de parálisis facial periférica son virus varicela zóster, o lesiones en el trayecto del nervio por tumores a nivel del ángulo pontocerebeloso (neurinoma del acústico), tumores del oído medio o tumores de la parótida, traumatismos craneales con fractura del hueso temporal, ciertos agentes tóxicos y enfermedades autoinmunes o la yatrogenia (accidente quirúrgico). Finalmente, puede producirse una parálisis facial de forma congénita (Síndrome de Moebius).

El manejo de la parálisis facial se plantea con un enfoque multidisciplinario y una estrategia basada en las necesidades individuales de cada paciente. Esto involucra la participación de múltiples especialidades médicas tales como oftalmología, otorrinolaringología, genética, fisiatría, cirugía plástica y neurología, entre otras.

Desde mi punto de vista, la piedra angular del tratamiento es el inicio precoz de la rehabilitación, con la cual se ayuda a fortalecer los músculos debilitados y a despertar el control nervioso motor de los músculos paralizados, además, se consigue tranquilizar al paciente sobre la evolución natural de la patología, que puede ser fuente de ansiedad por sus consecuencias funcionales y estéticas. Lo más importante es individualizar cada caso y elaborar un esquema de tratamiento multidisciplinario, que le brinde seguridad y mejor pronóstico al paciente.

 

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