Hoy la Microbiología vive una etapa de renacimiento, según han destacado Bonnie Bassler y Peter Greenberg, ganadores del Premio Princesa de Asturias 2023 de Investigación Científica y Técnica, que recibirán este viernes, al tiempo que se han referido a las expectativas despertadas por nuevos tratamientos que tratan de controlar el comportamiento de las bacterias, más que de eliminarlas.
La bioquímica estadounidense Bonnie Lynn Bassler y el biólogo estadounidense Everett Peter Greenberg presentaron estas reflexiones en Oviedo, ciudad en la que ya se encuentran a propósito de la entrega de este galardón, que les ha sido concedido, junto al también biólogo Jeffrey Gordo por su contribución a la determinación de nuevos enfoques que reconocen el papel imprescindible de las comunidades de microorganismos en la vida sobre la tierra, incluyendo la de los seres humanos y su relación con la salud.
Bassler y Greenberg han reconocido que recibieron con gran sorpresa la noticia de que les había sido concedido este premio. «No podía imaginármelo, entre otras cosas, por quienes lo han recibido antes, que son iconos, mis héroes en todo tipo de campos», ha señalado la bioquímica estadounidense.
En la misma línea se pronunció Greenber, quien destacó la importancia que este galardón tiene como reconocimiento al trabajo de sus respectivos laboratorios y grupos de investigación durante décadas, así como «la validación que supone de un campo como es el de la Microbiología, de la que hace años se decía que era una ciencia muerta y hoy su aportación está saliendo a la palestra. El premio que nos han concedido demuestra lo importante que es la Microbiología».
Peter Greenberg y Bonnie Bassler han desvelado mecanismos inéditos de comunicación entre bacterias, que emiten señales químicas que modulan su comportamiento colectivo. Ambos descubrimientos están permitiendo aplicaciones terapéuticas innovadoras y la búsqueda de nuevos tratamientos efectivos contra bacterias resistentes a antibióticos.
Y es que ambos han tratado de dar respuesta en sus laboratorios «a cómo las bacterias, que son tan pequeñas, pueden ser tan importantes; es un trabajo milagroso el que realizan» y el poder de estas moléculas minúsculas reside, según ha explicado Bassler, en la comunicación y en su capacidad para reconocer «cuando tienen el número suficiente para lograr algo juntas que, de modo individual, sería impensable. Se comunican, se recuentan y actúan en grupo».
Además, distinguen «quién puede ser un amigo, un enemigo o un primo, en cierta medida, como hacemos los seres humanos», añadió Bassler, quien recordó que, cuando hace tres décadas, comenzaron a hablar sobre la capacidad de comunicación de las bacterias, «algo que solo se admitía que tenían los seres superiores, se pensó que estábamos superlocos».
No es una fantasía
Pero los resultados les han ido dando la razón, un camino en el que Bassler, al ser preguntada sobre si su condición de mujer le había dificultado el avance, señaló que «las científicas, la credibilidad tienen que ganársela». Trabajar, además, en un proyecto que, en principio, resultaba «oscuro, no me ayudó, pero eso, a la vez, me hizo ser más fuerte, más resiliente y más determinante en cuanto a la necesidad de conseguir datos».
Bassler destacó además el espíritu de colaboración que define en general a quienes se dedican a la Microbiología y expresó su alegría por el hecho de que «por fin, este campo esté teniendo el espacio que merece».
En lo que a la aplicación de sus trabajos y el futuro se refiere, Peter Greenberg destacó la importancia de «controlar a las bacterias malas y tener mucho cuidado a la hora de nutrir a las buenas, de darles su espacio». Por su parte, Bassler calificó de fascinante las nuevas oportunidades que se ofrecen para encontrar cómo tratar de controlar a las bacterias y conseguir un nuevo comportamiento en ellas, sin necesidad de eliminarlas, lo cual puede dar lugar a terapias «dirigidas, específicas y controladas«. Esta nueva forma de tratamiento «no es una fantasía, sino una esperanza, y el tiempo dirá hasta qué punto es prometedora».
Junto a Bassler y Greenberg, el Premio Princesa de Asturias ha sido otorgado a Jeffrey Gordon, quien no estará este viernes en Oviedo para recoger el galardón debido al reciente fallecimiento de su esposa. Gordon ha sido pionero en el descubrimiento y comprensión del microbioma humano, es decir, la inmensa cantidad y diversidad de microorganismos que viven en el cuerpo, con un papel esencial en la salud, incluyendo el metabolismo, la respuesta inmune y la nutrición.
A partir del conocimiento sobre el comportamiento de las bacterias, al que estos científicos han contribuido de forma sobresaliente, se están desarrollando moléculas antagonistas de las sustancias que participan en la comunicación para interferir sobre la misma como una posible vía antimicrobiana para bacterias resistentes a los antibióticos, cuya eficacia en ratones ya ha sido demostrada en laboratorio.
Fuente: Diario Médico