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Héroes en Casa y en el Quirófano

Los doctores Gabriel Zamudio, Carlos Lugo y Adolfo Nobman comparten sus estrategias para compaginar la exigencia del quirófano con la inmensidad del amor familiar, demostrando que la grandeza reside en el equilibrio.

En el ajetreado mundo de la medicina, donde las horas son largas y las demandas constantes, hay profesionales que logran un equilibrio admirable entre el juramento hipocrático y el amor familiar, entre ellos podemos mencionar a los doctores Gabriel Zamudio, gineco-obstetra, al urólogo Carlos Lugo y al otorrinolaringólogo Adolfo Nobman, quienes nos abren las puertas de su vida para compartir cómo se forja un héroe tanto en el quirófano como en el hogar.

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Para muchos, la vida de un Médico Cirujano se percibe como una batalla constante contra el tiempo, una exigencia que consume todo a su paso y que transcurre bajo la luz fría y exigente de un quirófano, un mundo de precisión y  distancia emocional.

Compaginar la pasión por salvar vidas con el amor incondicional por la familia, es el mayor desafío. Cada día es un ejercicio de equilibrio entre dos elementos paralelos: el quirófano, donde la precisión es vital, y el hogar, donde un amor en crecimiento marca el ritmo de su vida.

La doble vocación de salvar vidas

Con una trayectoria, que inicia al titularse como Médico Cirujano en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1992 y especializarse en Ginecología y Obstetricia en 1997, viene de una familia con vocación en el área de la salud, hijo del odontólogo José Ignacio Zamudio, fallecido, y de Edda de Zamudio, hermano de la odontopediatra Ysabel Cristina. Casado con Claudia Romeo y tres hijos: Gabriel Armando, Claudio José y José Andrés.

Su mayor desafío de ser ginecólogo y padre, le recuerda una vez que estaba de vacaciones con su familia, disfrutando de la naturaleza con sus tres hijos, cuando recibió la llamada de una paciente que estaba en trabajo de parto y toma la decisión de regresar a su lugar de labores. Una vez que practica la cesárea retornó con los suyos y  este episodio, lejos de ser un sacrificio, es una muestra de la responsabilidad que asume ante la llegada de un bebé al mundo y el acompañamiento a la familia.

 Legado de Vocación y Amor

 

El ginecólogo Zamudio no duda en afirmar que la mayor fortaleza que su rol de padre aporta a su práctica médica, es el amor que tiene hacia sus hijos, que se traduce en protección, cariño y momentos de calidad, por breves que sean. Reconoce que el tiempo con sus hijos es preciado y que, aunque el trabajo absorba muchas horas, es crucial que el mismo sea «de calidad» y «extendido».

De ahí la importancia de «sacar a los niños fuera del ambiente o fuera del sitio donde papá trabaja». Gestionar el choque entre las demandas del quirófano y la familia es un arte que el doctor Zamudio ha perfeccionado y su «truco», especialmente, en obstetricia donde los partos y cesáreas tienen sus propios tiempos, es «tratar de compaginar las vacaciones con la menor cantidad de pacientes a atender«.

“Agosto, por ejemplo, se convierte en un mes idóneo para la familia, pues coincide con el nacimiento de los bebés gestados en diciembre, el pico de embarazos. Ahí es donde tenemos y podemos compartir  un tiempo de calidad, probablemente, fuera de la ciudad», manifiesta.

Ser un “héroe”

“El amor al igual que la fe y la esperanza, son los pilares de todo ser humano. Nunca perder la fe, nunca perder la esperanza y hacerlo todo con amor», insiste, citando una enseñanza de su padre de “intentar ser siempre mejor cada día”

Afirma, que ser un «héroe» en ambos contextos –casa y trabajo– trasciende lo ordinario, es la voluntad de superarse cada día. Para él, Dios reside en aquellas pequeñas cosas, y es, precisamente, ese toque de lo extraordinario en lo cotidiano lo que demuestra que la grandeza de un hombre no solo radica en sus logros profesionales, sino en su capacidad de equilibrar la vocación de salvar vidas con el inmenso amor y dedicación a su propia familia

Urólogo y padre doble compromiso

“El día solo tiene veinticuatro horas para que ambas cosas circulen. Es un doble compromiso: hogar y quirófano», reflexiona el urólogo Carlos Lugo, al exponer sus puntos de vista a Bisturí Magazine, donde comparte su experiencia como cirujano y su rol de padre.

Nacido en Barquisimeto, cuna del tamunangue y la Divina Pastora, su vocación lo lleva a formarse como Médico Cirujano en la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado” (UCLA), para luego especializarse con postgrados en Cirugía General y Urología. Pero su mayor orgullo, como él mismo deja entrever, es la familia que ha construido junto a su esposa, la doctora Gresly Balza, y el motor de sus días, su adorada hija Marcela Sofía.

Al preguntarle sobre la fortaleza que su paternidad le aporta a la medicina, señala con firmeza que. “la responsabilidad que tengo como padre y la que tengo como médico con los pacientes, obliga a tener una disciplina muy correcta en tu organización”.

 ¿Cómo  gestiona el inevitable choque entre las urgencias como médico y las demandas del hogar?

-El pilar fundamental es: el apoyo incondicional, con bastante organización. Gracias a Dios tengo una hermosa pareja, mi esposa que es doctora, y una hermosa familia que me ha dado mucho apoyo, y  el secreto, está en la comunicación y la colaboración. La ayuda que recibo de mis padres y  mis suegros indiscutiblemente nos permite seguir adelante a mi esposa y a mí con nuestra carrera-, revela.

Bajo esta óptica, apunta, que  quién le recuerda la importancia de otro rol en casa es su hija Marcelita, pues “cuando llego me da una tranquilidad y una felicidad, es  mi principal motor para salir temprano a mi trabajo, cumplir con mis pacientes, y luego regresar y tener ese motorcito chiquito que te impulsa día a día”.

Héroe en el trabajo y en casa

“Realmente no me considero un héroe, sino un ser humano que desde que se levanta hasta que se acuesta da lo mejor de sí. El verdadero heroísmo reside en el esfuerzo diario y en la satisfacción de verlo materializado en éxitos, tanto en la recuperación de un paciente como en la sonrisa de su hija. Espero que Marcela algún día lo considere, pero por ahora, dar lo mejor de uno mismo y tener los mejores resultados sería el mejor significado», argumenta.

Y el valor fundamental que desea transmitirle a su hija, es el del compromiso inquebrantable de que todo salga bien, de hacer lo que te planteas con un buen foco de crecimiento y de ir siempre avanzando, mirar hacia adelante, con pasos pequeños pero con grandes metas, acota finalmente el urólogo Lugo.

La paternidad se convirtió en mi mejor herramienta

Para el doctor Adolfo Nobman, la experiencia más transformadora de su vida ocurre, al sostener por primera vez a su hija, cuya llegada representa  la pieza que humaniza por completo su práctica médica.  «Ser médico es un estilo de vida que elegí. Ser padre es una virtud que me transformó”, confiesa.

“En la paternidad, nada te prepara para la inmensidad de ese sentimiento. Ver a mi hija despertar, darle su comida, cuidarla mientras duerme, eso no es un desafío, es un privilegio inmenso. Siento que haber logrado ser otorrino y ser padre son dos grandes triunfos de mi vida, y ambos se nutren mutuamente», asevera.

Nobman, especialista del Grupo Médico IGM y de Diagnocentro, es natural de Punto Fijo, estado Falcón, está casado con Helen Bittner y una hija de nombre Ava.  Médico Cirujano egresado de la Universidad Francisco de Miranda, se  especializa en Otorrinolangorología, en el Hospital “Dr. Luis Gómez López”, Núcleo UCLA, Barquisimeto..

“Antes mi enfoque era clínico. Ahora, cuando unos padres entran a mi consulta preocupados por su hijo, los entiendo en un nivel completamente diferente. Siento su angustia y su miedo de una forma más humana. Y esa conexión es algo que ninguna facultad de medicina puede enseñar sino el amor por un hijo”, comenta.

El hogar: un equipo quirúrgico sincronizado

Gestionar una doble vida de tan alta demanda podría parecer una proeza imposible, pero para el doctor Nobman y su esposa, también médico, la clave fue la reinvención. «Somos un equipo, ambos tenemos obligaciones con nuestros pacientes y un compromiso sagrado con nuestra bebé», explica.

. «Al principio fue difícil, pero nos acostumbramos. Ella planifica sus consultas en un bloque horario mientras yo estoy con la bebé, y luego intercambiamos roles”. Es una estrategia que recomienda a todos los padres con profesiones exigentes, para crear a la niña una rutina, a la hora que come, duerme,  juega, lo que permite organizar sus propias actividades para poder cumplir con todo.

Legado de respeto

Subraya que «más que cualquier técnica quirúrgica o conocimiento, quiero transmitirle a mi hija el valor del respeto por los demás, por su turno y su espacio. En la consulta, es el respeto por el paciente que llega con un problema y necesita ser escuchado y comprendido. Si tienes respeto, tienes la base para todo en la vida».

“Ni en el trabajo, ni en casa soy un héroe. En mi caso me esfuerzo como médico en dar lo mejor de mí para sanar y como padre en educar, proteger y proveer a mi hija. No busco ser un héroe, solo quiero cumplir mis responsabilidades y brindar lo mejor para mi familia y mis pacientes”, dice al concluir

Bisturí Magazine
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