La tendencia al alza exponencial de los casos de niños y adolescentes con conductas autolesivas, suicidas y no suicidas, registrada tras el confinamiento por la pandemia de Covid-19 podría estar estabilizándose, según la impresión que tienen en el Hospital Valld’Hebron de Barcelona, el mayor de Cataluña, que cuenta desde abril con una planta de hospitalización de Salud Mental específica para ellos.
Este centro terciario publicó recientemente dos estudios al respecto. Uno, titulado Conductas autolesivas en niños y adolescentes en Urgencias Pediátricas durante la pandemia de covid-19: relación con las medidas de restricción social y otros factores de riesgo conocidos, publicado en la Revista de Psiquiatría Infanto-Juvenil, concluyó que el aumento del riesgo de conductas autolesivas en menores durante la emergencia sanitaria no sería generalizable a toda la población infantil y adolescente, sino que el grupo más vulnerable «parece ser el de chicas adolescentes con trastornos afectivos previos, quienes presentan un mayor riesgo durante la pandemia y también en otras situaciones estresantes».
Y el otro, con el título de Prevalencia a 3 años de las conductas autolesivas entre los motivos de consulta a urgencias en población infantojuvenil y recogido en Actas Españolas de Psiquiatría, indicó que el grupo de conductas autolesivas incluyó el 20,5% de las consultas a urgencias por algún problema de salud mental. Las conductas autolesivas más frecuentes fueron las sobreingestas medicamentosas (38,8%) y los cortes (24,1%).
El primer autor de esos dos trabajos es Marc Ferrer, jefe de Hospitalización del Servicio de Psiquiatría. Según sus datos, entre 2015 y 2017 las autolesiones representaban el 20,4% de los ingresos atendidos en las urgencias de psiquiatría pediátrica de su hospital; en el período de 2017 a 2021 crecieron hasta llegar al 70% de los ingresos, y en este año son ya cerca del 75%. Pero, por el volumen de la demanda que está llegando ahora a urgencias, Ferrer considera que además de estar estabilizándose la tendencia al alza en el número de casos también podría estar funcionando mejor la atención psiquiátrica en el ámbito comunitario. Recuerda que si esta fracasa es cuando hay riesgo de colapso en el ámbito hospitalario.
Autolesión suicida y no suicida
A juicio de Ferrer es muy importante diferenciar la autolesión suicida de la no suicida y tener en cuenta que son una mínima parte los menores afectados que necesitarán por ello un ingreso hospitalario (de corta estancia por situación aguda), puesto que la primera opción para ellos es la atención en consultas especializadas del ámbito comunitario y en hospital de día.
Estos jóvenes, indica Ferrer, plantean de entrada un importante reto a quienes les atienden: «Hay que realizarles un buen diagnóstico, pero presentan situaciones clínicas de alta incertidumbre diagnóstica, con síntomas inespecíficos. Tenemos que afinar todo lo que podemos aunque son trastornos que se definen a lo largo de tiempo». De ese diagnóstico depende el tratamiento, farmacológico o no.
En octubre de 2021 el Valld’Hebron puso en marcha del programa TaySH como respuesta al incremento significativo de este tipo de conductas autolesivas y, en consecuencia, de la necesidad de disponer de tratamientos específicamente diseñados para abordar las no suicidas y otras conductas de riesgo asociadas a la desregulación emocional e impulsividad en adolescentes y adultos jóvenes, y que no sean manifestaciones de otros trastornos psicopatológicos más graves.
Los autores de esa herramienta, entre ellos el propio Ferrer, estructuraron y manualizaron una intervención con estrategias terapéuticas basadas en la evidencia científica y la experiencia clínica del propio equipo para atender a los pacientes cuando debutan con estas conductas, antes de que cristalicen en un trastorno más severo. El TaySH se lleva a cabo en 12 sesiones individuales semanales (agrupadas en 4 módulos), de carácter ambulatorio, que tienen como objetivo principal reducir las conductas autolesivas no suicidas mediante la adquisición de nuevas habilidades y estrategias para el manejo de la desregulación emocional y la impulsividad, que son la base de las autolesiones, y substituirlas por conductas funcionales y adaptativas.
En la nueva planta de hospitalización, además, cuentan con una zona de distensión emocional equipada con tecnología Broomx para realizar proyecciones audiovisuales con realidad virtual inmersiva. Y es que, como autolesivas indica Ferrer, el paciente adolescente requiere «estrujarte la cabeza para hacerle la terapia atractiva. No puede ser tediosa, debe ser breve y gamificada (con juego de por medio) y apoyarse en las nuevas tecnologías». Porque no solo es importante seleccionar bien la terapia basada en la mejor evidencia científica sino también lograr la adherencia del joven paciente a ella.
Fuente: Diario Médico