No es fácil aceptar como madre cuando un hijo nace con el Síndrome de
Asperger, que como es conocido está en el grupo de los Trastornos del Espectro
del Autismo (TEA) , que se caracteriza porque el cerebro de la persona funciona
diferente a lo habitual con grandes alteraciones en la comunicación y
comprensión social y manifiestan dificultades en la adaptación flexible a las
demandas diarias.
Tan es así que Lisett Rojas Barragan, ingeniera agroindustrial, residenciada en
Guanare, quien labora en Fundacite, adscrito al Ministerio Popular de Ciencia y
Tecnología, cuenta que al conocer el diagnóstico de su hijo sintió un sentimiento
de culpa por no tomar los medicamentos requeridos “pensó ella” o por la
depresión que sufrió durante el embarazo, que afectó su gestación.
“En realidad mi hijo comenzó presentando algunas características diferentes a un
niño neurotípico desde los 6 meses de nacido. Como niño prematuro
(sietemesino), el no sostenía su cabeza, le costó sentarse solo, no gateó, habló y
caminó más tarde de lo normal, sin embargo no imaginé que fuese por algún
trastorno, sino hasta los dos años y medio de edad, cuando lo ingreso en una
guardería, pero el niño no socializaba, se aislaba, y es allí donde una
psicopedagoga de la institución educativa donde mi hijo asistía me habló acerca
del Trastorno del Espectro Autista (TEA) y me recomendó llevarlo a un psicólogo
y es allí donde comenzó toda la historia de nuestra vida de Autismo” cuenta.
Pero le aflige que su hijo Rodolfo Ernesto, apasionado por el dibujo, el diseño
gráfico, el inglés, la computación, haya sido víctima de la discriminación de
personas, así como de directivos y docentes de un colegio de religiosas de
Guanare por considerarlo discapacitado. Él ingiere medicamentos para conciliar el
sueño y anticonvulsivos, pero están controlados para que lleve una vida normal.
Agrega Rojas “es un síndrome poco común y para hacerle frente,
estudie muchísimo, leí cantidades de artículos médicos, que me explicaran
la condición de mi hijo, busqué mucha información del tema, páginas web, grupos
de facebook de padres de niños con Aspeger, entre otros y gracias al apoyo de
los médicos y psicólogos de mi hijo y a esa investigación que hice, pude entender
esta condición y cómo afrontarla de manera positiva, aunque admito fue bastante
difícil”.
Resalta que lo más difícil fue el proceso de aceptación como madre de
la condición de su hijo, porque siempre pensaba que era culpa de ella por notomar los medicamentos durante el embarazo o por haber pasado un proceso
depresivo durante la gestación, lo que habría causado daño a su bebé.
“Al conocer su trastorno estudié mucho sobre el tema. Cambió mi vida, aprendí a
tener paciencia, tolerancia, me convertí en educadora, fisiatra, neuróloga,
psicóloga, enfermera, entre otras especialidades. A quienes tienen hijos con esa
condición les aconsejo que le den mucho amor, que busquen apoyo médico, de la
familia, crear conciencia y no temer hablar del problema. Muchos jóvenes con
Asperger han alcanzado altos niveles de superación y ahora son genios”, asevera.
Gracias a Dios, dice que así como algunas personas rechazaban a Rodolfo por
ser autista, hubo otras que le tendieron la mano y le brindaron apoyo tanto a nivel
educativo como psicológico.
Elizabeth Houllier